miércoles, 28 de enero de 2009

Reflexión de hoy


La persona de fe nunca está sola ni siquiera en medio del más remoto desierto. La persona de fe siempre encontrará rápido el camino correcto a seguir, por más intricado que sea el laberinto en que pasajeras circunstancias adversas la hayan colocado. La persona de fe siempre emerge con una sonrisa desde las profundidades de la angustia. La persona de fe puede mover montañas, lo dijo Jesús. La fe es el mayor de los privilegios que podemos alcanzar y el Padre aspira a que todos sus hijos seamos privilegiados. Alimentemos nuestra fe a costa de todo, porque es la clave de una vida íntegra.

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