Dios siempre está con nosotros, jamás nos deja solos. Mas Él no nos gobierna, no dirige nuestros actos, pues esto sólo lo hace cuando le pedimos que venga en nuestro auxilio, cuando ponemos a un lado nuestra mundana sabiduría para dar paso a su divina sabiduría, que es “primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía”, Santiago 3:17. Excelsa es tu sabiduría, Padre, imponla en mí y en todos los que en el nombre de Jesús en éste u otro momento clamen por ella. Sé que soy un terreno árido, pero para ti todo es posible y la semilla de tu bienaventuranza germina hasta en el hierro, si Tú quieres.
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