jueves, 18 de septiembre de 2008

Reflexión de hoy

Si los humanos cumpliéramos todos con el plan divino no habría ningún conflicto en la tierra. Todo funcionaría con la armonía celestial, que en la cortesía del sol con la luna y las estrellas se manifiesta en todo su esplendor. El astro rey, sin egoísmo, mas con altruismo, cada tarde se va al ocaso, cede el paso y entrega luz a la luna para que ésta, junto a soles que sólo brillan cuando él se ausenta, marquen la noche, tiempo divinamente concebido para el brindis, la inspiración, la conversación, la meditación, el romance, el descanso… la renovación de la vida. ¡Oh, Padre!, alabados sean tu sabiduría y tu poder para armonizar el día y la noche, aunque son tan distintos.

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