domingo, 7 de septiembre de 2008

Reflexión de hoy

Con frecuencia en las conversaciones en grupo de repente escuchamos un rotundo "¡no lo soporto!", que sale de los labios de alguien a quien se le disparó su adrenalina cuando escuchó el nombre de alguna persona ausente pronunciado por alguno de los contertulios. La expresión es un auténtico alarido del dolor y la desesperación que siente quien la pronuncia, por causa de que el odio ha ocupado lugar en su mente. ¡Las cosas de Dios! Aunque es intangible como el amor, el odio funciona en sentido totalmente contrario al del amor. Así que mientras el amor libera el odio es un encierro sofocante, y la sofocación es insoportable.

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