viernes, 19 de diciembre de 2008

Reflexión de hoy


Toco las hojas que me regalan sus tonos verdes y matices blancos entretejidos sobre marañas de nervaduras por donde circula agua que le brindo en la mañana. Toco y miro apacible, pero, inadvertidamente, llegan los compromisos pendientes a golpear en mi mente con la misma contundencia que en el momento lo hace el estridente martillo neumático que invade mis oídos desde la construcción vecina. Paladeo la nada, con piel erizada, y en un instante de descuido la inquietud baila frenética con mis sentidos, hasta que logro reenfocar mi integridad hacia el amor de Dios. No hay que descuidarse un momento, me digo recuperado, y sigo andando agradecido. “El amor del Señor es eterno”, Salmos 118(117):4

1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias, don Rafael, por compartir esa vivencia...ese contínuo RETORNO, cada vez más frecuente, al PRESENTE que se nos distrae con los ruidos vecinos y los deseitos internos... Es trabajo cotidiano...de todos nosotros, ante las divagaciones acostumbradas. Por suerte lo vamos aceptando, asumiendo, reconociendo...mientras el cuerpo aguante y Dios quiera...Gracias!