miércoles, 17 de diciembre de 2008

Reflexión de hoy


Cuando sientas que el Padre escuchó tu llamado y está cerca de ti, no salgas en el inicio de tu conversación con Él con la lacrimosa pregunta ¿por qué…?, que casi siempre se completa con: …me está ocurriendo esto a mí, …le pasa eso a esa persona, etcétera; eso es perder tiempo y la oportunidad de conocer lo importante que hay detrás de cada situación. Al porqué de lo que nos ocurre le encontramos respuesta si hacemos una introspección sincera. A Dios debemos preguntarle ¿para qué…?, con todos nuestros sentidos atentos para captar la respuesta instintivamente y ponernos en acción de inmediato de cara al porvenir, centrados en cumplir con el plan divino.

1 comentario:

Unknown dijo...

Esto es cierto, don Rafael. Hay tal confianza que, aún sin saber, ya no pregunto. El sabe que entonces es un acto de amor. Doy gracias porque nos deja participar de modo adulto en la epopeya de la humanidad. Decía Teilhard de Chardin que ésa era lo más parecido al camino de la cruz. Y, si cristianos somos...ella es nuestra puerta estrecha y bandera!