martes, 28 de octubre de 2008

Reflexión de hoy


Amar a quienes nos dan amor -nuestros padres, hijos, pareja, hermanos, familiares y amistades- es algo natural y fácil, que agrada a Dios. Pero para que Él se sienta satisfecho, complacido, y para cumplir cabalmente con el mandato “ama a tu prójimo como a ti mismo”, obviamente que el radio de acción de nuestro amor debe ampliarse hacia aquellos que están en esferas diferentes a las mencionadas, por ejemplo: los hermanos que pertenecen a iglesias distintas a la que nosotros escogimos como nuestra. El propósito de Dios es que amemos hasta aquellos que nos ofenden, y debemos cumplirlo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Afortunadamente, don Rafael, El se encarga de realizarlo. Nos...nunca podríamos (una caricatura, tal vez)Es el misterio de su in-habitación con la presencia y acción interiores que sólo el Espíritu conoce y realiza a Su manera...a Su tiempo...por TUTORIA!