jueves, 16 de octubre de 2008

Reflexión de hoy

Hay una fórmula universal y única, divina, para optimizar nuestra vida, y es sencilla por demás, para que todo aquel que tiene raciocinio la ponga en práctica cuando desee conseguir lo máximo en cada acto que realiza. Se trata de dedicar a Dios absolutamente todo lo que hacemos. Extraordinaria es la diferencia de actitud cuando nos proponemos que sea agradable a Dios lo que hacemos en la casa, en la calle, en el lugar de trabajo, etcétera. Lo bueno del caso es que los demás perciben esa diferencia y lo mejor del caso es que dedicando todos nuestros actos al Señor, automáticamente, dejamos pecaminosidad, maledicencia y rencores a un lado, pues ninguna de estas cosas son de agrado para al Padre.

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