jueves, 2 de octubre de 2008

Reflexión de hoy

Una vida prolongada hará un círculo perfecto. Los dones y actitudes regresarán, indefectiblemente, a su punto de origen tras el largo viaje. Cuando venimos al mundo, nuestros padres o sustitutos de ellos se encargan de alimentarnos, y cuando la ancianidad se lleva nuestras fuerzas y destrezas son los hijos o sustitutos de ellos quienes nos alimentan. Al nacer, tenemos el intelecto, pero es en la medida que vamos aprendiendo que podemos utilizarlo. Al envejecer, en la medida que vamos olvidando lo aprendido el intelecto regresa al desuso. Como podemos ver, tanto al principio como al final de la vida dependemos de lo mismo: el amor que impulsa el ascenso y que luego amortigua la caída.

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