domingo, 23 de noviembre de 2008

Reflexión de hoy


Madurez, quienes disfrutamos de su compañía no debemos cansarnos de hablar de ella, es noble y muy oportuna. De belleza exquisita y serena, nos lleva con su elegancia a escenarios en los cuales nuestros sentidos pueden entrar en sintonía con Jesús, quien inspiró (para que nosotros cantemos, bailemos, interpretemos, declamemos, que cada uno haga lo mejor que sepa hacer) todas las composiciones que agradan a Dios. Madurez -¡enhorabuena!, para que lo sepan y la esperen los más jóvenes- llega batuta en mano para dirigir nuestra más importante audición, la que hacemos ante el Padre buscando aceptación en uno de los coros, el ballet o la orquesta que participarán en el anunciado gran concierto de la eternidad.

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