jueves, 13 de noviembre de 2008

Reflexión de hoy


A Dios tenemos que pedirle a diario, reiterarle permanentemente aquellas peticiones por las cuales estamos a la espera. Ninguna de nuestros pedidos cae en saco roto. Si son hechos con fe verdadera y a nombre de Jesús, con una vez que pidamos es suficiente, pues Él, en su tiempo, nos va a complacer. Lo que garantizamos con nuestras peticiones diarias al Padre es llegar al convencimiento de que de Él dependemos para la consecución de todos nuestros proyectos. Lo que logramos es conocer que es el único puerto que da acceso a la eternidad. Pedirle al Padre es acercarse a Él y, al mismo tiempo, es cambiar nuestra rutina de vida para hacernos merecedores de ser complacidos.

No hay comentarios: