sábado, 8 de noviembre de 2008

Reflexión de hoy


El peor castigo que uno puede infligirse es dudar. Cuando la duda rebasa la prudencia, y está presente en cada paso que vamos a dar, es, efectivamente, un látigo con el cual azotamos implacablemente nuestra mente. Es terrible, y no hay duda de que terminaremos desfalleciendo, disminuidos, postrados sino paramos a tiempo el auto golpeo con nuestra duda, que se apodera de nosotros cuando nuestro pensamiento está vacío de Dios, cuando la confianza en el Creador no existe. La falta de fe es desconocimiento del Padre, a quien debemos buscar en todo momento para terminar con el suplicio de la duda.

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