Ser cristiano es estar al servicio de Cristo, pura y simplemente. No hagamos comparaciones entre las iglesias, pues todavía no existe una que sea perfecta. Es sencillo, la integramos los humanos y nada humano es perfecto. Trabajemos, eso sí, para que la iglesia en que militamos se desarrolle como un campo de trigo bien cuidado, librándolo cada día de la mala hierba, lo que es garantía de abundante cosecha. Cuidando de nuestra iglesia, y haciéndola crecer, servimos a Jesús, lo que satisface al Padre. Además, si hacemos que crezca el ejército de los cristianos, no importa la división o el batallón en que estemos, finalmente ganaremos la guerra contra la iniquidad y la indolencia de los gobernantes.
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