Si con humildad alcanzaste una posición en la cual te sientes regocijado, satisfecho a tal punto de que puedes proclamar orgulloso que has triunfado en la vida, empiezas a cuidarte para no permitir que venga la soberbia a apoderarse de tu logro, a desplazarte y hacerte caer en un abismo del cual ningún soberbio sale, porque no tiene la gracia de Dios. La soberbia es un pecado capital, no lo olvides.
sábado, 26 de julio de 2008
Reflexión de hoy
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