domingo, 20 de julio de 2008

Reflexión de hoy

Cuando la niñez regía nuestra mente, el domingo siempre fue el día más esperado de la semana. Iniciaba con la temprana visita a la iglesia, donde la solemnidad hacía acto de presencia, y el resto era diversión. No había un niño que no esperara entusiasmado por algo especial de sus padres cada domingo, y los padres se programaban para hacer del día uno de gozo para la familia. Hoy sabemos que nuestro Padre siempre nos tiene algo especial cada día, pero el regocijo será extraordinario si actuamos este domingo con el entusiasmo del niño que fuimos frente a lo que Dios nos ofrece.

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