“Si Dios es amor, ama a Dios el que ama el amor, y ama al amor el que ama al hermano. Cuando amamos al hermano con amor verdadero, le amamos con un amor que viene de Dios. Y el que no ama al hermano, no está en el amor, y el que no está en el amor no está en Dios porque Dios es amor”. ¡Ningún galimatías!, aunque de entrada podría parecerlo. Está clarísima la asociación de ideas hecha por San Agustín de Hipona para que todo el que la lea entienda que la clave para alcanzar el amor de Dios es amar al prójimo. No hay tutía, si no amamos a nuestros hermanos no amamos al Padre, por más que lo digamos.
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