lunes, 2 de febrero de 2009

Reflexión de hoy


El amor de Dios es como el agua. Mana puro desde la profundidad elevada del Espíritu, como el agua desde el interior de la alta montaña para nutrir a la humanidad y a la naturaleza toda. Así como el agua sólo nutre nuestro cuerpo cuando la consumimos, el amor de Dios sólo nos nutre cuando lo consumimos al entregarlo a todo el que entre en contacto con nosotros. El 70% del cuerpo es agua y cada quien se preocupa por mantener ese nivel, para no deshidratarse. El 100% del Espíritu es amor y cada quien debe preocuparse por mantener el nivel, para no condenarse.

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