La
fuente de todos nuestros males es ignorar u olvidar que Tú, Padre, eres
omnipresente, y que todo lo que hacemos Tú lo observas. Si Tú te ausentaras un
instante, tu eternidad no sería tal, se quebrantaría, y eso es algo imposible. Tú siempre estás, jamás debo olvidarlo para mi bienestar, plenitud y equilibrio.
viernes, 4 de enero de 2013
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