Si
invirtiéramos en nuestro acicalamiento espiritual un mínimo porcentaje del
tiempo y los recursos que gastamos para mejorar nuestra apariencia exterior
seríamos mucho más agradables, y el mundo tendría paz. Gracias, Jesús, por
hacer que repiense en esto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario