Mientras
respire escucharé el susurro de mi espíritu, batallaré con la veleidad de mi
mente y con las urgencias materiales. Es lo que Tú has dispuesto, Padre, para
que tenga sentido el libre albedrío en el género humano. De alguna manera,
lo establecido para los humanos se corresponde con esto que afirma tu palabra
en Génesis 8:22: “Mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío
y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán”.
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