lunes, 11 de mayo de 2009

Reflexión de hoy

Normalmente, el joven con vocación ministerial que ingresa a un seminario lo hace a una edad en la cual se sueña al máximo y el deseo natural de tener pareja está inmaduro y no es imperativo. Cuando el deseo madura y empieza a mandar al -las más de las veces- indoblegable instinto ese hombre joven y vigoroso se encuentra con que tiene sobre sí una sotana, un vestido distintivo y simbólicamente represivo. Su vida, por causa de un reglamento no divino, se convierte en un conflicto permanente. Es hombre de fe, teológicamente preparado, y con deseo genuino de ayudar a otros a buscar a Dios. Al mismo Dios, no fue otro, que lo dotó con lo necesario para hacer pareja con la mujer, algo que la iglesia católica debería respetar.

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