viernes, 8 de agosto de 2008

Reflexión de hoy

Tú no necesitas mis alabanzas, Padre, pero permíteme alabarte porque hacerlo me enriquece y llena de alegría. Tú no necesitas que te glorifique, Padre, pero permíteme hacerlo porque al glorificarte a mí corresponde el gozo por tu gloria. Tú no necesitas que yo te bendiga, Padre, pero permíteme bendecirte porque es sobre mí que caen las bendiciones. Tú no necesitas que yo te dé nada, Padre, pero permíteme darte porque es así como recibiré de ti. Dame las palabras para alabarte, glorificarte y bendecirte, y dame la voluntad de entrega, Padre, porque sé que recibiré de ti la vida eterna.

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