Así como en algún momento llegará a padecer por la sed todo aquel que en campo abierto se aparte del único manantial, llegará a padecer debilidad espiritual todo aquel que en incansable búsqueda de los bienes materiales se aparte del Poder Divino. Si estar sediento es incómodo y permanecer así por largo tiempo puede conducir a una penosa deshidratación, la debilidad espiritual resultará mucho peor, pues quien la padezca por largo tiempo será un muerto en vida.
sábado, 2 de agosto de 2008
Reflexión de hoy
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