martes, 25 de agosto de 2009

Reflexión de hoy

Desde que nuestro Padre hizo una separación entre el día y la noche para que midiéramos el tiempo, marcó la diferencia con la eternidad, donde no hay períodos que la interrumpan, porque entonces no sería eterna. Todo lo tomó en cuenta y, al poner parte de Sí con su Espíritu en cada uno de nosotros -consciente de que todo en la tierra en cualquier momento puede corromperse- nos dejó escritas las instrucciones mediante las cuales podemos regresar a Él con la pureza para aceptarnos y ubicarnos en su nuevo paraíso.

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