sábado, 28 de junio de 2008

Reflexión de hoy

No recuerdo haberlo escuchado ni leído en ninguna parte, pero puedo asegurar que quien con fe y reverencia se postra y toca el suelo con su frente a diario, para pedirle al Padre que lo levante, termina fortaleciendo las rodillas y la espalda, además del Espíritu. Reconocer nuestra debilidad ante Dios equivale a recibir fortaleza, tal como “aquel que se humilla, será enaltecido”.

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