Cuando una dificultad llega a nuestra vida, lo mejor que podemos hacer es obligarnos a entrar en nuestro centro de paz, antes de intentar cualquier otra cosa, y permanecer en silencio el tiempo necesario para calmarnos. No pasará mucho tiempo para que la dimensión del problema se vea mucho menor que en el impresionante momento de su llegada y empecemos a vislumbrar vías para alcanzar la solución, porque es en nuestro callado interior donde está el poder del Espíritu.
lunes, 23 de junio de 2008
Reflexión de hoy
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