Empezamos a ganar de inmediato en nuestra relación con los demás si siempre reconocemos que la presencia divina está en ellos, de igual manera que en nosotros. No importa si esa persona no recuerda que contiene la presencia divina, porque estando seguros nosotros de que la contiene hace que actuemos ante ellos sin temor, con la bondad, la hermandad y el amor que llegarán hasta su Espíritu latente. Dios siempre está presente, no lo olvidemos. (RC)
jueves, 19 de junio de 2008
Reflexión de hoy
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