Dios no necesitó de nuestra ayuda para traernos al mundo. Él nunca ha tenido necesidad de nada para cumplir con su voluntad. Ahora bien, si no hay forma de que dejemos de pensar en que Dios necesita de nosotros para curar nuestros males, entonces concentrémonos en que entusiasmo y fe son los únicos aportes realmente valiosos que podemos ofrecerle. (RC)
lunes, 9 de junio de 2008
Reflexión de hoy
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario