domingo, 22 de junio de 2008

Reflexión de hoy

Afortunada, divinamente afortunada, es la persona considerada por sus familiares y amistades como sensible, prudente, cuidadosa. Afortunada, divinamente afortunada, es la persona que actúa con inteligencia y entrega su talento con modestia, sin arder en arrogancia. Afortunada, divinamente afortunada, es la persona leal e íntegra. Afortunados, divinamente afortunados, podemos ser todos los humanos, porque la sensibilidad, la prudencia, el cuidado, la inteligencia, el talento, la lealtad y la integridad son dones espirituales, y todos tenemos el Espíritu.

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