Convencerse de que Dios conoce el átomo de su energía divina con el cual originó nuestra vida, y de que conoce con todos los detalles lo que pensamos equivale a alcanzar la fe en su totalidad. No es asunto fácil, con el ego por el medio, pero no es imposible, si a través de Jesús le pedimos al Padre que dé la capacidad a nuestra mente para comprender y aceptar su omnisciencia, pues con ello no sólo nuestra vida cambiará de manera radical sino que podremos ayudar a que el mundo sea mejor para todos. (RC)
martes, 17 de junio de 2008
Reflexión de hoy
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