jueves, 23 de julio de 2009

Reflexión de hoy

La felicidad que emana de lo profundo del ser, del Espíritu nuestro, es percibida al instante por los demás. Si lo pensamos un momento, en realidad no necesita de palabras para ser expresada. Con el lenguaje corporal es más que suficiente. La felicidad espiritual endereza el cuerpo, abrillanta los ojos, armoniza la respiración. Es un brote de salud integral contagiante para todos los que aspiran al bienestar de sus congéneres y muro de contención para quienes arrastran el fardo del odio y el egoísmo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cualquiera que resintiese nuestra paz y gozo, lo haría por envidia. Aunque a veces el Padre permite la persecución como medio para nuestra purificación. Igual que se lo hicieron al HIJO. En realidad, la vida es luchita misteriosa...