¿Puedo
respirar?... ¡Sí!
¿Puedo
ver?... ¡Sí!
¿Puedo
escuchar?... ¡Sí!
¿Puedo
saborear?... ¡Sí!
¿Puedo
palpar?... ¡Sí!
Entonces,
todo está bien. Debo disfrutar de lo que tengo este Domingo de Resurrección, y
lo demás viene por añadidura. Gracias, Padre, en el nombre de Jesús.
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