En
sintonía con el espíritu te veo en el sol, y en una flor. Puedo sentirte en la
brisa acariciante, y en el agua de la lluvia. Percibo tu aroma en la azucena, y
la canela. Mi paladar es menta y miel. Te escucho en el canto de las aves, y en el repliegue de las olas. Gracias
en el nombre de Jesús, Padre, porque soy sensibilidad genuina en los ratos de
dominio espiritual.
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