Despleguemos
el espíritu, como gaviota las alas al viento; flotemos serenos de un lado a
otro, y elevémonos al influjo de la corriente superior divina. Aprovechemos
para observar los movimientos de la mente desde un plano ventajoso, el que nos
confiere el contacto con lo supremo que hay en nosotros. En el nombre de Jesús
gracias, Padre, por ponerme de nuevo en sintonía con esas palabras que forman
parte de una reflexión que me entregaste cinco años atrás.
martes, 26 de marzo de 2013
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