jueves, 1 de abril de 2010

Reflexión de hoy

“Hágase tu voluntad y no la mía”. Es la frase cumbre de la obediencia a Dios y demostrativa de que Jesús, en lo que respeta a sentir angustia y sufrir no guardaba ninguna diferencia con nosotros. Como cualquier humano, Jesús no quería morir y sudaba sangre cuando la pronunció, sabiendo que se acercaba el momento de entregarse a la agonía del escarnio, los azotes, la corona de espinas, la crucifixión y la herida con la espada para redimir del pecado a la humanidad.

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