domingo, 11 de abril de 2010

Reflexión de hoy

Padre, la ambición nos convierte en competidores desaforados, con excesiva capacidad para atropellar a los congéneres tras el objetivo efímero del yo tengo o el yo soy más que tú. Que distinto fuera nuestro mundo si tuviéramos como modelo para competir a Jesús, quien luchó hasta entregar su vida por el triunfo de los demás, ofreciéndonos la oportunidad de lograr la vida eterna.

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