Cualquier cosa o creencia por verídica que sea es
cuestionable, Dios lo permite. Pero siempre hay una excepción: por voluntad
divina, la única verdad incontrovertible, la que nadie puede discutir y que
todos aceptamos a unanimidad es la muerte. Aunque evitamos pensar en ella, todos
somos creyentes en ella y tenemos la certeza de que la unidad con ella es
inevitable. Así tiene que ser: ella (la muerte) tiene por misión indefectible llevarnos
a la otra vida, y en esto último cada quien escoge ahora creer o no.
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