Todo cambia totalmente al
asumir que la vida no le pertenece a mi cuerpo sino que es mi cuerpo el que le
pertenece a la vida, al universo eterno. Siento que este es el paso
trascendental en pro de la paz absoluta, esa que trasciende cualquier
conocimiento humano. Gracias, Padre.
jueves, 25 de septiembre de 2014
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