Todo
lo que tengo que hacer es deleitarme cumpliendo tu voluntad. No es sacrificio
ni holocausto lo que Tú quieres de mí, Padre. Te vasta y te sobra con que mi
corazón se llene de tu ley para que su latir sea pautado por ésta. Gracias, en
el nombre de Jesús, por darme ese extracto de Salmos 40.
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