Padre, tu misericordia es inagotable. Soy testimonio
vivo de eso. Sin un empleo regular y
estable, Tú me has sostenido durante ocho años en la mayor sociedad de consumo
del planeta, y en una de las ciudades más cara del mundo como lo es New York.
Eso sólo ha sido posible por tu providencia infinita, eterna. Gracias en el
nombre de Jesús por tu asistencia a tiempo siempre, valiéndote de personas y circunstancias positivas.
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