Confundir el ego con el espíritu es lo mismo que
confundir el querer con el amar. Espíritu y ego son los amos irreconciliables
del hombre. Sólo a uno de ellos se le puede servir, y cada siervo tiene el
poder inmenso de escoger al que desea servirle en cualquier momento de su vida.
Te agradezco, Padre, por darme el poder extraordinario para decidir qué hacer
ahora con el bien y el mal, con el espíritu y el ego.
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