No
existe ego que no lastime, que no apoque, que no avergüence, que no rebaje, que
no degrade a los demás. Su fin único es estar por encima del prójimo siempre, y
su mayor alimento es el dolor ajeno. Líbrame, Jesús, de mi ego, que es la manera
como puedo neutralizar el de los demás.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario