Impulsadas
por dos razones muy poderosas, la persona que no es feliz siempre tratará de
que los demás tampoco sean felices. Esas razones son: 1) cada quien da de lo
que tiene y 2) el deseo de sentirse en mayoría. Al infeliz hay que comprenderlo
y perdonarlo, pues sólo así estaremos en capacidad de neutralizarlo y ayudarlo.
Gracias, Jesús, mi línea de comunicación con el Padre.
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