En la medida que consigo mi paz interior se calma la tempestad exterior. La confianza espiritual siempre superará el razonamiento lógico. Por obligación, tiene que ser así; porque el Espíritu es perfecto: jamás se equivoca, jamás daña y jamás puede ser dañado. Gracias, Padre, en el nombre de Jesús, por ser mi aliento de vida.
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