No tengo que devanarme los sesos para alcanzar a toda costa lo que está afuera, cuando puedo disfrutar sin control del tesoro que guardo dentro. La diferencia de ser feliz o infeliz está entre lo espiritual y lo material. Gracias, Padre, por ratificarme el concepto. En el nombre de Jesús debo derrochar mi bien espiritual.
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