Padre, estoy convencido de que los dones que Tú pones en cada uno de tus hijos nunca se pierden. Puede ser que nosotros no les demos el uso adecuado, el mejor y mayor uso, puede ser que lo mal usemos, que lo ignoremos o que no lleguemos a tener conciencia de su valor y los desperdiciemos, pero ellos siempre están con nosotros. Ese es el gran testimonio, la gran enseñanza que saco del “homeless” con la voz de oro.
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