No puedo ser testarudo e ignorar las advertencias divinas, especialmente esta: “El que no recibe el reino de Dios
como un niño, no entrará en el” (Lucas 18:17). No debo apegarme a mi vejez con la eternidad
como premio por abrir mi mente y corazón aceptando que estoy siempre en pañales ante
ti, Padre. Gracias, en el nombre de Jesús, por entregarme la reflexión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario