No es tan importante que la música que
llevo por dentro suene como la de un virtuoso, no es necesario, pues Tú siempre
vas a escucharla, Padre. Lo realmente perentorio para mí es interpretarla,
disfrutarla, bailarla… ¡Jamás silenciarla, ahogarla sin tocarla! Gracias en el nombre de Jesús.
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