El aire que respiro y la luz del sol Tú lo has dado, Padre. La paleta de colores en las flores y el arcoíris, y el mayor de los bienes: el amor de Jesús, también lo has dado Tú. Comparado con esos regalos, todo lo que yo te pido es tontería, excepción hecha de tu gracia divina, la cual aspiro a hacerme merecedor de recibirla.
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