domingo, 20 de diciembre de 2009
Reflexión de hoy
He aprendido a hablarte cada día, Padre, a cuestionarte con franqueza. Qué bueno que me escuchas y que me resulta natural nuestra relación. Me alegro porque ya soy atrevido contigo, pues el atrevimiento no es más que la pérdida del miedo para acercarme más a Ti. Qué bueno, también, es recibir respuestas oportunas y claras sobre temas de La Biblia que tuve la osadía de mostrarte mi desacuerdo porque en la primera lectura no tenía capacidad para entenderlos. Sigue dándome luz, en nombre de Jesús te lo pido.
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